Cuando ganamos el sentido del ridículo perdemos el sentido del movimiento. No sabemos exactamente cuando nos invade pero se apodera de nuestro cuerpo hasta tal punto que hay mucha gente que apenas parpadea mientras suena la música. Existen varios niveles. Desde la doña que asegura no poseer ritmo y le da vergüenza bailar si hay gente presente (esta es la que canta y baila en la ducha como una auténtica loca). Si nos fijamos en la juventud el modelo cambia, temen espantar a su objetivo de la noche por un mal gesto. Los chicos son aún peores porque creen, a estas alturas, que bailar es cosa de chicas. Ellos se apoyan en la pared o cualquier soporte que aguante su peso e inician el claqueteo de su pié. Los únicos que no están corrompidos son los peques!!!!! Los niños despiertan sonrisas a los que permanecen sentados dando golpes en la mesa al son de la melodía. Esos que miran a los adultos que se atreven a bailar con envidia mientras aluden al descaro de la que baila en el centro de la pista.
No nos engañemos, cuando la música suena nuestro cuerpo vibra con más o menos intensidad pero siempre vibra. El que diga que no siente mas que repugnancia cuando escucha reggeton, miente. El que diga que el jazz no se baila, miente. Siempre que hay melodía provoca que nuestros sentidos se alteren. No puedo comprender que las cabezas y extremidades se mantengan inmunes al ritmo.
Imaginemos por un instante el interior de nuestro cuerpo, el corazón bombea constantemente pero no se refleja en el exterior, cuando hacemos la digestión apenas percibimos cambios en el estomago... es decir, nuestro organismo está en constante funcionamiento pero los que nos miran no lo notan. Esto me recuerda a los dibujos "Erase una vez... la vida". Menudo ajetreo se produce en nuestro interior sin darnos cuenta!!!!!
El único perdón del que permanece inmóvil a la melodía es que tenga el interior revolucionado. Sin duda prefiero al peque que no entiende del sentido del ridículo y se deja llevar por sus sentidos aunque no tenga ritmo. Dejemos que gane el sentido del movimiento y a perder ese ridículo de más!
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