Estaba dormida en el tejado cuando escuchó un fuerte crotoreo (sonido de las cigüeñas) de sus compañeras. Sorprendida estiró sus alas y se desperezó. No se imaginaba el camino que le esperaba.
- Tienes que marchar a Pekín. Allí te encontraras con doña Natividad que te va a dar a la pequeña. A cambio, como siempre, le entregas estos lingotes.
Facunda odiaba cuando partía tan lejos a recoger a los niños sin hogar. Siempre repetía que cerca de la catedral en la que vivían había muchos en desamparo. Pero la madre superiora la hacía entrar en razón rápidamente:
- Esos ya son chavales, por más que lo intentes no caben en tu bolsa. A volar y punto en pico.
Paradójico destino de los pequeños que llegan al mundo y no saben lo que es una familia. Paradójico que los seres que desean tener un hij@ deban pasar por mil trámites burocráticos para dar refugio a quién lo necesita.
Para Antonio y Ana todo empezó de casualidad. Un favor a una chica que acababa de dar a luz y no disponía de recursos económicos. Comenzaron a cuidar del bebe como si fuera suyo y les entró el gusanillo de la acogida. Ayudar a los menores mientras se regulariza la situación familiar. Ahora son padres de acogida de una niña de 7 años (guineana y albina) y de un recién nacido. Saben que dejaran su hogar en unos meses y no les importa. Consientes de que el ser humano es social por naturaleza ceden su espacio para proporcionarles un entorno familiar y que no les falte amor.
Sin embargo para Aurora fue diferente. Le costó 3 años y 3000 euros (sólo en papeleo) abrazar a su pequeña. Tras superar varias pruebas viajó hasta el continente asiático para recogerla. Era un bebe enfermo. La fiebre dejó paso a una deficiencia psíquica de la que ya le habían advertido. Eso no lo consideró un obstáculo porque su sueño se convertía en realidad. Nunca se arrepentirá de haberlo hecho.
En España hay más de 40.000 niños en centros de acogida. La mayoría acaba convirtiéndose en niño de pasarela; por la edad, por tener un hermano, por alguna deficiencia... incluso por el miedo de los españoles de adoptar y luego perder la custodia. Por ello de las más de 3.500 adopciones que se realizan en nuestro país, sólo 500 niños tienen procedencia española. (Cifras aproximadas según los últimos informes publicados. Además se tiene en cuenta que el último año ha sufrido un descenso debido a la crisis económica).
Los adoptantes pasan un test, un curso de idoneidad, que alguno describe como una radiografía psicológica, social y económica. Si este test lo pasara cada pareja antes de llamar a la cigüeña probablemente no existirían esos millones de menores abandonados en el mundo, la cifra se reduciría de manera descomunal.
Al superar el test de idoneidad los adoptantes deben reunir una suma de dinero para "comprar" a su hijo. Que si ese dinero va destinado integramente a los gastos ocasionados hasta que llega la cigüeña se acepta. Valga por gastos: comida, alojamiento, ropa, cuidados... Si el desembolso supera desproporcionadamente ese gasto nos vemos envueltos en el fraude.
Conclusión: Vendita paciencia de los padres adoptantes y de acogida. Su deseo de formar una familia debería ser el pilar fundamental para dar por válido su curso de idoneidad. Lástima aquellas parejas que no son fértiles y no disponen del capital necesario para la adopción y luego el mantenimiento de la misma.
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