sábado, 12 de noviembre de 2011

A LA ESPERA


¿lo sentiste?” dicen algunos que es lo que más se repite en la isla de El Hierro. Pero realmente las expresiones que más dicen los vecinos son: que explote ya, que pase lo que tenga que pasar, queremos ver  esa islita. Pero pasan los días y el volcán se relaja mientras que la población se desespera, la economía cae y no ven ninguna salida.
Los primeros días al hablar con los pescadores de La Restinga me sorprendía porque no entendía que paralizaran por completo su actividad. Los peces mueren en el Mar de Las Calmas pero la isla se rodea del oceáno atlántico y en él habitan peces que se pueden capturar. Esta es la idea de alguien que no entiende de mareas, de reproducción de especies, de la reserva de la naturaleza.
Unas 300 personas pasan los días matando el tiempo como pueden porque su vida se ha congelado. La naturaleza se ha impuesto a sus tareas diarias. Una vecina me contaba que le gusta pasar el día en su casa, en el puerto, y a las 6 de la tarde recoge sus bártulos y vuelve a dejar su hogar hasta el próximo día. Mantiene la esperanza de que un día le permitan , por fin, dormir en su cuarto, sentir de nuevo el olor del mar.
Mientras tanto en el municipio de Frontera se preparan para una posible erupción. El dueño de un restaurante me contaba que tiene todo preparado por si se realiza una evacuación: las maletas preparada, una casa en otra zana de la isla y la comida que tiene en el congelador la utilizará para que toda su familia pueda vivr una temporada sin ayudas externas.
Otros han abandonado la isla, temen que algo grave vaya a ocurrir y prefieren alejarse del fenómeno. Aunque los científicos recuerdan que si se produce una erupción en el norte de la isla lo más probable es que sea a gran profundidad, el epicentro de los terremotos se ubica en el mar del Golfo.
P.D: Todos esperan que ocurra algo. Los herreños para volver a la normalidad, los científicos para saciar sus conocimientos vulcanológicos, los periodistas para dar la noticia. Y todos para recuperar nuestras vidas.

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